
Amigo, si en un atardecer, por las razones que sean, tuvieras la necesidad de perder la vista o el oído,¿Con cuál te quedarías? Tal tesitura me la he planteado a veces a lo largo de mi vida.
Fantasía Interrumpida
Necesitó escribir una fantasía inspirada en mi vida y en la música que, desde el albor de la existencia, siento dentro de mí, hiriéndome, en toda su grandeza. Sólo consigo emborronar cuartillas, que echo a la papelera, mudo testigo de mis borrascosas jornadas de trabajo.
Recuerdo las horas perdidas, quizás ganadas para el espíritu, junto al receptor de radio del cuarto de estar, enchufado cerca del radiador, mientras escuchaba las horas sinfónicas que daban aquellas entrañables emisoras de antaño. Todo un mundo de ilusionadas imaginaciones, de alucinantes ensueños, casi una segunda vida, etérea, distinta de la real, se fue creando en mi mente a través de la música, de tal manera que ya no distinguía si lo real era soñado o lo soñado real. Por aquellos días, Beethoven, Tschaikowsky, Chopin, Mendelsshon, Brahms, Strawinsky y Mahler, que me obsesionaba, fueron los primeros testigos de mi desasosiegos; sus obras me ayudaban a sobrellevar una existencia que seme antojaba estéril y vacía, apenas sin ilusiones! Cuántas veces clamé al cielo para que sus puertas se abrieran!
Pasan los meses, transcurren los años, y la fantasía, dolorosamente presentida desde la infancia, sigue inédita, atormentándome, pugnando por salir, sin lograrlo. Una y otra vez intento darle luz, engendrarle vida, plasmarla en la vacía cuartilla, sin lograrlo.
¿Hasta cuándo, Señor, me tendrás con ésta inquietud insatisfecha?
Aún no había llegado la obra musical, el compositor que la inspirase.
Corre el tiempo, pasa la vida, transcurren los años, llega Vaughan Williams, su música, y la fantasía se hace realidad.
Abstraído estaba escuchando la “Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis”(1) , cuando el Señor se hizo presente.
-Prepara las maletas- me dijo.
Quedé atónito. No esperaba que la hora hubiera llegado.
-¿Tan pronto Señor? – logré balbucir apenas.
-El Árbol de tu vida está presto a caer y el Juicio espera.
-Apenas tengo equipaje; nada tengo.
-Vamos, pues.
-¿Adónde, Señor, a la luz o a las tinieblas?
-Espera el veredicto y lo sabrás.
Mientras, la música seguía sonando y yo sentía desgarrada el alma por separarme de ella. Con lágrimas rogué que terminara de tocar el violín.
-No hay tiempo – recalcó Dios- No se debe demorar el Juicio.
-El Señor, viendo el inmenso dolor que me embargaba, sintió piedad.
-¿Tanto te duele abandonar la vida?
-¿La vida? No, la música. ¿Qué sería de mí sin ella?
Dios se echó a reír. Quedé desconcertado.
... -Y la poesía, la belleza, la mujer...
-Bien dices, mejor me conoces.
Tras unos instantes de silencio, volvió a hablarme.
-Las separaciones son siempre dolorosas, ¿no?
-Bien lo comprobaste cuando viniste al mundo.
Vi. el rostro preocupado de Dios, y me alarmé.
-¿Si al menos me dieras una prórroga?
-Alto precio tendrías que pagar.
-Dime cuál sería.
-Perder la vista o el oído.
“Con los ojos –pensé- puedo disfrutar de la Naturaleza llena de colorido y en todo su resplandor, deleitarme con el arte universal de todos los tiempos, leer, visionar países lejanos aunque nunca llegaré a acceder, contemplar a la mujer amada. Con los oídos, arropados de sensibilidad, puedo escuchar y comprender la Música, crear belleza, soñar, despertar sentimientos y sensaciones siempre escondidos...y no tendré el temor que mi amada envejezca, su voz sonará siempre joven.
Repentinamente, me invadió las tinieblas, mientras las estrellas, juguetonas y risueñas, bailaban a los acordes de un Stradivarius. .
(1) Pieza de forma libre de órgano y violín de Vaughan-Williams (1872-1952), compositor inglés discípulo de M. Bruch y de Ravel