18 enero, 2007

HERIDO


Lo que ahora os presento, para vuestro placer, lo debí escribir durante aquellos años de fertilidad creadora, plena el alma de dulces contradicciones y dolorosos placeres.


Herido


Me siento herido de poesía, que me sumerge en una existencia plena de creadora sensibilidad. Todo lo demás es vacío. La ciudad donde habito es cada vez más deshumanizada, y las personas que contemplo a ,través de la ventana, son más bien fantasmas que corren, sin saber sus destinos, que hablan sin decir nada. Y mi inquieto espíritu no halla cobijo en la casa donde vivo. Es el precio que los soñadores debemos de pagar por vivir en un mundo que no quiere dejar de ser real, porque teme ser poético, sin saber que la poesía es la sonrisa de la realidad. Sólo en mi cuarto encuentro la paz que ansío: en medio de cuatro paredes y mis amigos los libros, mudos testigos de mis días grises. La música, -¿qué sería de mi sin ella, compañera de mi soledad?- me acompaña siempre, ya sea sonan­do, ya sea creando, porque música es creación y creación es vida. No concibo la vida sin poesía. ! Y qué pocos son los hombres que saben crear! Este es un mundo que no sueña, porque nadie le ha enseñado a crear. Es un mundo deshumanizado, porque no sabe sonreír. Es un mundo viejo, porque no ha sabido ser niño.
Por eso repetiré no una, sino miles de veces:
¡Dejadme soñar, para vivir!
Y si no me dejáis vivir... "Para mundo, que me apeo".

12 enero, 2007

Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach




"Al verdadero Juan Gaviota, que todos llevamos dentro". Reza la dedicatoria. Y es verdad. Algo hondo, íntimo, profundo, personal debe de tener el libro cuando no hay un solo lector que le deje indemne, vacío, tras su lectura. Los hay que lo han leído varias veces. ¿Cuál es la razón de ello? Muy sencilla. Es un libro que siembra "INQUIETUD", esa inquietud agazapada, escondida, dormida, qué todo ser humano lleva dentro que, siendo un tesoro, no lo aprecia, y el "ANHELO DE PERFECCIÓN", de ir mas lejos, de destacarse del grupo, de la manada, aburrida, simple y vulgar, siempre sin aspiraciones. El hombre, por ser inteligente, es un ser único, distinto, original. Pero al estar metido en la sociedad, en la manada, en el grupo, se masifica y pierde en cierta manera su personalidad que, debiera conservarla, defenderla, como su mayor tesoro. Juan Salvador se lo dice poéticamente a lo largo del libro y al final, todo lector se pregunta: ¿Mi gaviota la he dejado mecerse tranquilamente y yo estoy dormido, solo vegeto? Pero he aquí se nos presenta Juan y nos despierta: "Muchacho, ven conmigo, aprende volar y alcanzarás horizontes nunca vistos, metas nuevas, que jamás habrás vivido, ni quizás imaginado, ni soñado: La música, el arte, la poesía, la literatura, el diálogo, la comprensión, y quizás el amor, y otros muchos, muchísimos, horizontes de renovadas perspectivas, de nueva visión, son para ti totalmente desconocidos. Animo, yo te ayudo a recorrer los caminos". Y así se observa como la mayoría de los hombres se pasan la vida durmiendo, abonando la tierra con los excrementos salidos de sus cuerpos. ! Pobre hombre que pudiendo volar y volar, soñar y soñar, y de esta manera construir un mundo mejor, más humano y feliz, lo único que hace es vegetar! Sin embargo, amigos, no todo está perdido, al final del libro JUAN vuelve a la tierra para ayudarnos, para enseñarnos a volar. ¡Ojala que tengamos muchos SALVADORES repartidos por toda la tierra! Mientras haya un SALVADOR GAVIOTA en cada grupo humano o manada, hay una esperanza de redención, realización y de perfección tanto colectiva como individualmente hablando.
¡Romped las ataduras de vuestro cuerpo, cultivad el espíritu, y al final, todos juntos y unidos, volaremos con JUAN SALVADOR GAVIOTA! Que cada le descubra su gaviota interior y la enseñe a volar.